Era una criatura terrorífica, cubierta de escamas doradas era un engendro alado con la cabeza llena de serpientes en lugar de pelo. Tenía un rostro redondo y horrible; la nariz, aplastada; dientes como colmillos y siempre llevaba la lengua fuera. Vivía en lo más lejano del océano occidental, temida por las gentes, ya que volvía de piedra a todo el que la miraba. Dos de las górgonas (hermanas de medusa), Esteno y Euríale, eran inmortales, mientras que Medusa era mortal. El héroe Perseo, joven galante pero insensato, se ofreció a matarla y volver con su cabeza, lo que hizo con la ayuda de Hermes y Atenea. De la sangre de Medusa surgió Pegaso, el caballo alado engendrado por Poseidón; y Crisor, un gigante. Como la mirada de Medusa convertía en piedra, Atenea la colocó en su escudo como arma después de que se la entregase Perseo. La sangre de la Medusa resucitaba a los muertos y con ella Asclepio resucitó a algunos héroes.
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